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viernes, 19 de febrero de 2016

Dos sencillas razones para obedecer (Mosíah 2:22-25)

Hoy compartiré algo que aprendí durante mi estudio de las escrituras en el poderoso discurso que el rey Benjamín dio a su pueblo, pero centrándome tan solo en cuatro versículos del capítulo dos del libro de Mosíah, en El Libro de Mormón.

Considero que hay tres razones por las que las personas obedecen a Dios, y trataré de eso en otro post que quizás llamaré "Razones por las que obedecemos". Hoy, específicamente, quiero compartir las dos razones que Dios nos da, según estos versículos, para que le obedezcamos.

Lean los siguientes versículos y busquen la respuesta a esta pregunta: ¿Cuáles son las dos sencillas razones que el Señor nos da por las cuales deberíamos obedecer?
22 Y he aquí, todo cuanto él os requiere es que guardéis sus mandamientos; y os ha prometido que si guardáis sus mandamientos, prosperaréis en la tierra; y él nunca varía de lo que ha dicho; por tanto, si guardáis sus mandamientos, él os bendice y os hace prosperar.
23 Y ahora bien, en primer lugar, él os ha creado y os ha concedido vuestras vidas, por lo que le sois deudores.

24 Y en segundo lugar, él requiere que hagáis lo que os ha mandado; y si lo hacéis, él os bendice inmediatamente; y por tanto, os ha pagado. Y aún le sois deudores; y lo sois y lo seréis para siempre jamás; así pues, ¿de qué tenéis que jactaros?

25 Y ahora pregunto: ¿Podéis decir algo de vosotros mismos? Os respondo: No. No podéis decir que sois aun como el polvo de la tierra; sin embargo, fuisteis creados del polvo de la tierra; mas he aquí, éste pertenece a quien os creó.
 ¿Encontraron las dos sencillas razones?

Todo... Todo lo que el Señor requiere de nosotros es que guardemos sus mandamientos. Y las dos sencillas razones por las que deberíamos obedecer son las que se encuentran en los versículos 23 y 24.

La primer sencilla razón
¿Pueden pensar por un momento en las mejores cosas que han pasado en su vida? Piensen en esas cosas que tanto han disfrutado, en esas personas con las que tanto han compartido, esos recuerdos que se hacen cada vez más especiales... ¿Pensaron por lo menos en algún recuerdo especial? Bueno, ¿tendrían ese recuerdo tan especial si nunca hubiesen estado vivos? Ninguno de esos recuerdos maravillosos sería una verdad si nosotros no existiéramos.
Es cierto que también ha habido cosas malas y difíciles en nuestras vidas, pero para nada hubiésemos conocido a personas tan especiales ni ellas a nosotros, si simplemente nunca hubiésemos tenido vida.
La primer sencilla razón que el Señor nos da para obedecer es, como dice en el versículo 23, que Él nos dio la vida, por lo que les somos deudores. De alguna u otra manera le debemos todos esos recuerdos especiales, porque los experimentamos gracias a que Él nos ha concedido nuestras vidas. Ese don de la vida...

La segunda sencilla razón
La segunda razón es simple. El Señor nos dice que cuando nosotros somos obedientes seremos bendecidos. Nos dice el versículo 24 que cuando nosotros hacemos lo que el Señor requiere Él nos bendice inmediatamente, y es como si ha pagado nuestro buen acto; digo como si ha pagado nuestro buen acto porque en realidad Él "no tendría" que pagar nada más, pero lo hace.
La segunda sencilla razón que se nos da es, entonces, que recibiremos bendiciones por ser obedientes, ¿y quién no necesita ser bendecido en su vida? 

Todos deberíamos manejar ese concepto tan ideal: Tenemos una deuda con Él. Recuerden nuestro pequeño ejercicio de hace dos párrafos... Le debemos la vida a Él, por lo que con lo único que le podemos pagar es con ella misma. Nuestra deuda es la vida que nos concedió y las muchas bendiciones que hemos tenido por ser obedientes. Esas son las dos "sencillitas" razones por las que debemos obedecer y hacer todo cuanto Él nos requiere. 

Ahora comprenden que las dos "sencillas" razones para obedecer no son tan sencillas que digamos. En realidad es una deuda muy grande la que tenemos, y eso sin hablar de la expiación de Jesucristo por nuestros pecados y la muerte. Así que, otra vez, hagamos todo lo que Él requiera de nosotros, porque además, ¡seremos bendecidos! ¡Se nos retribuirá de las cosas buenas que hagamos!

Si estamos con la idea de desobedecer los mandamientos, pensemos por un momento que para empezar le debemos la vida, y segundo, que perderemos las bendiciones que están a nuestro alcance. 

¿Nos ayuda este pensamiento a esforzarnos más por guardar los mandamientos?

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