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jueves, 26 de mayo de 2016

Invitar a venir a Cristo

Antes de servir una misión siempre escuché las maravillas de prestar servicio misional. Estando en mi primer área me di cuenta que la misión no es como te la cuentan, ¡es mejor! La misión solo puede realmente comprenderse al vivir esa experiencia.

Por fortuna para mí, hay algunas cosas que aprendí pronto en mi misión que fueron la base de lo que aprendería el resto del tiempo como misionero. Y algo de esto es lo que quiero compartir esta vez.

Mi capítulo favorito de Predicad Mi Evangelio es el capítulo 1, este capítulo trata sobre el objetivo de un misionero. En uno de mis estudios traté de analizar por qué nuestro objetivo como misionero incluía palabras específicas. O sea, no es "ayudar a que la gente se convierta" o "lograr salvar almas", aunque eso se hace como misionero. Ayudar a que la gente se convierta o lograr salvar almas son cosas que suceden en la obra misional, pero esas nos son las palabras que se utilizan para describir el propósito de un misionero.

El propósito de un misionero es: "Invitar a las personas a venir a Cristo, al ayudarlas a que reciban el Evangelio restaurado mediante la fe en Jesucristo y Su expiación, el arrepentimiento, el bautismo, la recepción del don del Espíritu Santo y el perseverar hasta el fin".
Realmente creo que estas palabras son inspiradas como las palabras que describen el propósito de un misionero. 

Entonces, en ese estudio medité solamente en cuanto a la primer frase "Invitar a las personas a venir a Cristo". 

Invitar a las personas
Estoy seguro que muchos de los que ya servimos una misión conocimos a alguna persona a la que más que invitar, queríamos obligar. Pudieron ser varias las razones por las que nos vimos tan decididos a que una persona aceptara el mensaje, quizás ya teníamos mucho aprecio por esa persona o incluso porque llegamos a saber que esa persona sabía que lo que estábamos enseñando era verdad, pero aún no quería tomar la decisión de aceptarlo.
Sea como sea, nuestro propósito nunca fue, y si alguien que lee esto va para la misión, el propósito nunca será obligar o forzar a una persona a que acepte el mensaje. Aclaro que no quiero decir que no seamos persistentes y dedicados, fieles perseverantes hasta el fin; pero también aclaro que lo digo porque muchos misioneros usan el afecto que tienen con las personas para persuadir las a que acepten el mensaje, y probablemente ya sabemos cómo terminan esas situaciones.
El objetivo es invitar a las personas, y ellas deciden si aceptan la invitación. Todos tienen el albedrío para escoger aceptar la invitación o no. Probablemente el amor por los hijos de Dios nos haga estar tristes de que alguien no acepte la invitación, pero no debe desanimarnos o hacernos pensar que no estamos cumpliendo con invitar. 

Y es esto a lo que me refiero, incluso como medidor de éxito, el propósito es invitar, no "lograr que las personas" o "hacer que las personas". Me refiero a que el medidor correcto del éxito no es cuántas personas acepten nuestro mensaje, sino a cuántas personas invitamos. De lo contrario, para mí sería como comparar misiones Europeas con misiones Centroamericanas, pues me parece que hay más cantidad por acá, pero no significa que los misioneros allá cumplan menos con su objetivo de invitar. Bien sabemos que las culturas son diferentes e influyen mucho en las personas.
El propósito es invitar, invitar, invitar. ¿Invitar a quiénes? A las personas. Así que si alguien es una persona, ¡hay que invitarla! No es "invitar a las personas que creen en Dios pero que aún no tienen una religión", es "Invitar a las personas".

A venir a Cristo
Esta otra parte es tan importante comprender la. Recuerdo que mi estudio del objetivo no fue solo un día, así que aproveché a comprar un diccionario para definir qué era "venir", y de paso ese diccionario me serviría para otras palabras de las que quisiera saber más.

Venir: Moverse de allá hacia acá.
Un concepto tan sencillo como ese puede ayudarnos mucho en la dedicación misional. El objetivo de los misioneros es "Invitar a las personas a venir a Cristo", o sea, invitar a las personas a moverse de donde sea que estén hacia acá con Cristo. ¡Hacia acá! Ya que yo estoy invitando a las personas a venir, no debo olvidarme que es venir a Cristo. Yo debo estar con Cristo para poder cumplir con mi propósito como misionero. 
No puedo decirle a las personas: Hermanos, vean hacia allá, allá está Cristo, y si siguen recto podrán llegar con Él, quizás encuentren algunos obstáculos en el camino pero solo deben seguir recto y lo lograrán. Ese no es mi objetivo. Mi objetivo no es "Invitar a las personas a ir a Cristo", mi objetivo es "Invitar a las personas a venir a Cristo". Tengo que estar en la posición en la que pueda decirle a las personas: Hermanos, ¿nos ven? Vengan a Cristo, vengan aquí con nosotros, no hay mejor lugar para estar, encontrarán obstáculos en el camino pero yo les serviré en lo que pueda y Cristo estará para dirigir les. 

Cumplo mi objetivo misional cuando los invito a venir a Cristo, ¿y cómo vamos a Cristo? ¿Cómo les invito a venir y no a ir?
Si quiero cumplir con mi objetivo no puedo decirles: Hermanos, lean sus escrituras, oren, sean buenos hijos de Dios, así van a llegar con Él, yo estaré aquí sin leer y sin orar, y siendo buen hijo de Dios de vez en cuando. 
Especialmente siendo misioneros, no pueden decir: Hermanos, mi compañero y yo nos levantamos tarde, muchas veces no estudiamos, no salimos a trabajar a la hora que es, y a veces no tenemos la conducta de un misionero, pero ustedes lean sus escrituras, oren, guarden los mandamientos. Es como decirles: Hermanos, allá está Cristo, vayan. Sigan caminando, desde aquí los vamos a ver con mi compañero, no se preocupen. Eso, definitivamente es invitarles a ir y no a venir.

Personalmente, aprender esto hizo que comprendiera mejor las experiencias que tenía. Mi experiencia de la misión no era como me contaron, ¡era mejor! Yo sentía una diferencia cuando estaba con las personas, y en lugar de decirles: "Hermanos, la manera en que yo obtuve mi testimonio hace años", decía algo como: "Hermanos, vine a la misión porque hace algunos años obtuve un testimonio de que esto es verdad, pero esa no fue la última vez que lo sentí. Ayer cuando estábamos estudiando con mi compañero...". Eso personalmente me hacía fortalecer mi espíritu, aun cuando quizás la persona al final no aceptara el mensaje; al menos yo seguía acercándome más a Cristo y podría seguir invitando a las personas a venir con Él. 
De verdad me parecía que podían entender que los misioneros no éramos perfectos, sino que al tratar de dedicarnos más a seguir a Cristo las cosas mejoraban. Ellos podían ver que no estábamos ahí para criticar las cosas que hacían mal, sino que estábamos ahí para que aprendiéramos juntos. Yo podía decir que aun cuando era misionero no dejaba de buscar sentir la razón por la cuál estaba ahí. También puedo decir que eso me ayudaba a mantener el ánimo en los días difíciles.

Algunas de mis mejores experiencias de la misión eran cuando salíamos de visitar a alguien, e independientemente de lo sucedido, yo también había aprendido algo en esa visita. Habían ocasiones en las que por un momento lograba escucharme hablar y pensaba "¿de verdad estoy diciendo eso? ¿Cómo se me ocurrió eso a mí?". Claro, no era "yo"... Incluso algunos de los post que ya he compartido fueron cosas que vinieron a mi mente mientras respondía preguntas que las personas me hicieron. Uno no va a la misión con un listado de respuestas a las preguntas que las personas le van a hacer, uno también tiene que aprender.

Definitivamente uno como persona, al ser misionero, se convierte en un completo investigador del Evangelio de Jesucristo.  El converso más importante de mi misión soy yo. Yo debo estar con Cristo siendo obediente para poder invitar a otros.

Después de la misión
Ahora, comprendamos que sí se pueden hacer ambas cosas, sí se puede invitar a las personas a que vengan a Cristo y también se puede invitar a las personas a que vayan a Cristo. Sin embargo, solo una de esas dos opciones es el objetivo misional. 
Sí podemos ver miembros de la Iglesia que después de servir una misión de tiempo completo se aparten del camino, y quizás las personas que aceptaron la invitación en su misión sigan perseverando hasta el fin, pero podremos saber que no cumplió con el objetivo de "venir", tan solo les ayudó a "ir". Es muy bueno que por medio de este miembro alguien haya llegado a Cristo, pero, ¿y este miembro?

Por eso es que la cantidad de personas que acepten la invitación de estar con Cristo no refleja el éxito como lo refleja la cantidad de personas a las que invitemos a venir a Cristo. Ahora, claro está que entre todas las personas que invitemos habrá alguien que aceptará. O sea, tampoco creo que alguien pueda decir "yo invité a todos pero nadie aceptó"; lo más probable es que no invitó realmente a todos.

Una de las cosas que siempre ha quedado en mi corazón fue algo que dijo mi primer presidente de misión. Cuando las personas vean que amamos a Jesucristo, ellas van a querer amarlo también.

Así que para haber cumplido con nuestro objetivo, nosotros aún debemos seguir con Cristo.
Otra cosa que tengo presente es pensar que después de casi dos años aún puedo ver a los ojos de las personas a las que conocí y decirles que sé que este Evangelio es verdadero. 

Y sé que esto puedo seguir aplicándolo en este tiempo después de la misión. Ahora, con los llamamientos que tenga, debo invitar a los hijos de Dios que están en mi mayordomía a venir, y no a ir.

Por último, uno de los discursos que me gusta relacionar con esto es el que pronunció el Elder Holland en el 2011, el discurso que conocemos como "Apacienta mis ovejas". Y después de la misión se siguen viendo el éxito de la misma, el éxito de invitar a las personas a venir a Cristo.

1 comentario:

  1. para mi lo mejor que he aprendido en mi vida es conocer mejor al Salvador y lo que El pago por mi vida y por la de cada uno es nuestro REy y Salvador nuca terminaré de agradecer tanto bueno en mi vida.
    bendiciones de paz y vida eterna...
    Antonia Aguilera

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