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jueves, 24 de septiembre de 2015

¿Saben nuestros amigos que hacemos lo correcto?

Esta vez quiero compartir algo de mi estudio de las escrituras de hoy, cuando en El Libro de Mormón leía uno de mis relatos favoritos, la historia de un grupo de lamanitas que por su conversión al Señor  cambiaron su nombre al de anti-nefi-lehitas (Alma 23:17). Ellos fueron enseñados por Ammón y sus hermanos.


Los lamanitas eran un pueblo que tenía enemistad con el otro pueblo (los nefitas). La enemistad era tal, que los lamanitas regularmente atacaban a los nefitas en guerras.

Lo que sucedió con este grupo de lamanitas, que eran personas que disfrutaban hacer cosas malas, es que un día se les enseñó que lo que ellos hacían era muy malo, por medio del Evangelio de Jesucristo... Ellos, por ciertas experiencias, aceptaron el Evangelio y decidieron que lo vivirían, y que no harían nada contrario a lo que habían aprendido. Ellos decidieron hacer algunos cambios más "tangibles" al respecto, como muestra de que habían sido cambiados de la iniquidad a la rectitud.

Se nos relata que cuantos de ellos fueron convertidos al Señor nunca se desviaron, y, que ellos "abandonaron las armas de su rebelión de modo que no pugnaron más en contra de Dios, ni tampoco en contra de ninguno de sus hermanos" (Alma 23:6-7). Ellos abandonaron sus armas de rebelión de una manera simbólica y literal al mismo tiempo, pues era un pueblo que disfrutaba de las guerras, así que sus armas les ayudaron a hacer mucho mal, por eso tenían que abandonarlas.

Se nos relata también que ellos no solo abandonaron sus armas sino que además, para no ser tentados nuevamente a tomarlas y derramar sangre (porque ellos ya no tenían deseo de combatir, aun cuando fuera en defensa), enterraron sus armas  lo más profundo que pudieron en la tierra. Esto lo hicieron como muestra de que realmente habían cambiado, que no solo ya no hacían el mal, sino que además se deshicieron de eso que en el futuro les podría haber causado volver a hacerlo: tener las armas cerca. (Alma 24:16).

No es mi punto central en esta post, pero quiero hablar de lo que hasta el momento va. Cuando nos convertimos al Señor, ¿escondimos nuestras armas de rebelión para que no nos fueran tentación? ¿Enterramos nuestras armas que nos ayudaban a hacer el mal lo más profundo posible?
Si fuésemos alguien que quiere dejar de tomar, enterrar las armas de rebelión podría incluir: Dejar de frecuentar los mismos lugares, hacer algo distinto a las horas en las que íbamos a tomar, hasta pasar el menor tiempo posible con las personas que nos acompañaban al tomar. Decir que queremos dejar de tomar, pero salir a los mismos lugares con las mismas personas no va a ayudar. Es como abandonar las armas de rebelión, pero guardadas en alguna gaveta, por si queremos volver a sacarlas.
Si somos alguien que quiere empezar a ir a la Iglesia, abandonar nuestras armas de rebelión puede incluir: Dejar los compromisos de los domingos, hacer todas las tareas el sábado, no planear cosas distintas a ir a la Iglesia, y pedir ayuda a personas para que nos recuerden o que pasen por nosotros.

Hay que apreciar el hecho de que ellos no dijeron "Sí, vamos a dejar de combatir, pero vamos a dejar las armas aquí de recuerdo". Una vez tomada la decisión de convertirse al Señor, hicieron todo lo que les acercara más a Él, y dejaron de hacer todo lo que les alejara de Él. Es lo mismo que debemos hacer nosotros. 

Ahora, el punto de esta publicación, la razón por la que se llama "¿Saben nuestros amigos que hacemos lo correcto?". Una vez que este pueblo hizo estos cambios, lo vivieron tanto, fue tan notorio, que otras personas les ayudaron a cumplir con sus normas, a vivir el Evangelio, a hacer lo correcto. Estas personas que les ayudaron llegaron a ser sus amigos, y unos buenos amigos. ¿Por qué les ayudaron? Por dos razones:
La primera razón es que estas nuevas personas eran personas justas, así que estaban dispuesta a ayudar, y más que eso, estaban en la posición para ayudar, porque también eran personas que se esforzaban por vivir el Evangelio de Jesucristo. Es lo que nosotros debemos hacer, rodearnos de personas que nos puedan ayudar, alentar, edificar, fortalecer, y no lo contrario. 
La segunda razón es que, como estaba diciendo antes, la decisión de este pueblo ahora llamado Anti-Nefi-Lehi, y poquito después el pueblo de Ammón, fue no cometer más iniquidad. Por eso las personas que les rodeaban respetaron esa decisión, como nos dice en Alma 27:23, el pueblo de Anti-Nefi-Lehi, que después pasó a llamarse el pueblo de Ammón, ahora sería defendido por sus nuevos amigos porque estos nuevos amigos estaban de acuerdo en que ellos cumplieran con sus promesas; les apoyaban en la decisión de no tomar las armas de rebelión de tal modo que estaban dispuestos a luchar por ellos, para que ellos no volvieran a la guerra. 

Imagino que así es con nuestros amigos, que respetan nuestras creencias y nuestro deseo de vivir de una manera diferente, ¿o ni siquiera saben que somos mormones? ¿O somos de los [hombres] que se ponen la corbata hasta la Iglesia y se la quitan al salir de ella? ¿Somos de los que en redes sociales compartimos cualquier cosa excepto sobre nuestras creencias? Bueno, muchas preguntas para hacer, pero ya imaginan el punto al que quiero llegar con estas preguntas.

La decisión del ahora llamado pueblo de Ammón fue tal, que sus amigos estuvieron de acuerdo con ellos, y más que estar de acuerdo, los apoyaron.

Recuerdo hace tiempo, en un grupo de amigos con quienes regularmente me juntaba todos fumaban. En ocasiones pasábamos al parque por algunos minutos, y ellos siempre querían fumar, pero además de que no fumo, simplemente me molesta demasiado el olor a cigarro cerca de mí. Cada vez que uno de mis amigos empezaba a fumar, yo me iba; ellos se dieron cuenta de eso. En una ocasión que volví a estar con este grupo, uno de ellos me preguntó si él podía fumar sin que yo me fuera. Yo le dije que esperara unos minutos más, que de todos modos ya me iba. A lo que él respondió que no me fuera y que lo dejara fumar, o que si por lo menos se podía alejar un poquito de donde  estábamos para que a mí no me molestara el humo. Accedí a esa segunda opción, y de todos modos en unos minutos más, me fui.

Este grupo de amigos no solo se dio cuenta que yo no hacía las mismas cosas que ellos hacían, sino que además empezaron a evitar hacer las cosas que no debían hacer, cuando yo estaba presente. Quizás no me iban a apoyar y defender, como los nefitas a los ammonitas (pueblo de Ammón), pero estuvieron dispuesto a no hacer algo malo mientras estuviera con ellos.


Este es el punto del título del post, ¿conocen nuestros amigos qué cosas hacemos y qué cosas no hacemos? Y si no nos apoyan, ¿por lo menos respetan nuestras creencias y decisiones? No es el punto de debatir si lo que creo es correcto o no, sino el hecho de que en los actos seamos comprendidos o apoyados. Por ejemplo: Ya las personas que conocen a mi familia ni nos invitan a los cumpleaños o algunas actividades que se realizan los domingos, porque saben que no vamos, o que es difícil que logremos ir, porque tenemos que ir a la Iglesia en la mañana y en muchas ocasiones tenemos reuniones por las tardes. No es que ya no nos relacionemos con nadie, no es que nos creamos diferentes; sino el hecho de que sepan que cuando se trata de escoger entre el Evangelio de Jesucristo y cualquier otra cosa, nosotros escogemos el Evangelio. Que no nos piden copia en los exámenes porque saben que lo consideramos incorrecto. 


De nuevo, no es que seamos perfectos, pero que nuestro esfuerzo por vivir las enseñanzas de Jesucristo les haga considerar que no deben invitarnos a hacer lo malo, y que quizás lleguemos a animarles a hacer lo correcto, por lo menos cuando estén con nosotros.
En ocasiones me han preguntado si yo hago algunas cosas, pero son mis amigos quienes responden que no. Ni siquiera tengo que responder yo. Eso es algo agradable.



¿Saben que somos miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y que nos esforzamos por seguir a Jesucristo? ¿Saben nuestros amigos que hacemos lo correcto porque lo ven en nuestra conducta? Y si no es así, ¿estamos dispuestos a abandonar y esconder nuestras armas de rebelión?

Como dije, este es uno de mis relatos favoritos porque podemos aprender varias cosas: Esto que acabo de escribir, también el hecho de que debemos de esconder de nosotros mismos nuestras armas de rebelión, y algo que no mencioné aquí, pero se encuentra en el relato, el mantener las armas como nuevas, ya que no se volverían a ensuciar. Quizás toque esos otros dos temas en un siguiente post.

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